Adicto a los videojuegos: “Jugaba 15 horas diarias sin salir de mi habitación”

Si una hora de videojuegos se convierte en tres, si solo tienen ojos para la pantalla, o si no hay forma de parar, jugar deja de ser divertido. Se convierte en una obsesión al llegar a unos límites como dejar de salir o dejar de estar con la familia.

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